Panamá, República de Panamá.
HUMALA Y EL CONTEXTO NACIONAL
La victoria del ex mayor del ejército peruano OLLANTA HUMALA en las elecciones presidenciales en Perú, del recién pasado 5 de junio, pareciera confirmar un nuevo retorno al poder de la centro izquierda moderada en Latinoamérica, pese a los desesperados esfuerzos de EE.UU. por impedirlo. En un país como Perú ese hecho es de particular importancia, dada su elevada valoración geoestratégica en la región y el reconocido peso especifico del país incaico en el entorno andino y suramericano.
Pese a 30 años de desenfrenado saqueo del país por el modelo de desarrollo neoliberal en asocio con las elites criollas, no es menos cierto que la gran dimensión de su mar Pacifico y la enormidad de su región amazónica poseen todos los recursos vitales y preciosos que harían soñar a cualquier país de Primer Mundo. Perú solo requiere de un gobierno a prueba de corrupción que construya una verdadera democracia participativa, demuestre una excelente gestión y gobernanza, posea un profundo amor patriótico y ostente una infatigable capacidad científica de trabajo. Todo ello centrado en la opción preferencial por los pobres y al servicio de las grandes mayorías. Si Humala lo logra, el país transitaría rápidamente hacia el círculo virtuoso del desarrollo, convirtiéndose en corto plazo en una pujante economía emergente, tipo Brasil o Turquía.
Humala se ha pronunciado por el modelo de la izquierda centrista y moderada del ex presidente “Lula” de Brasil, lo que equivale a decir que respetara y reconocerá el papel influyente de la empresa privada en Perú. Creemos que lo hará sin renunciar a su misión fundamental de rescatar a los 12,5 millones de pobres y hambrientos peruanos sobre una población próxima a los 29 millones de habitantes, la cual exhibe una de las desigualdades sociales más abismales y odiosas que pauperizan a gran cantidad de ciudadanos de la Costa, Sierra y Selva, en particular a los pueblos originarios. El éxito de Ollanta depende de cuanta voluntad, firmeza y transparencia haya en su lucha por cambiar con equidad, justicia y determinación, las condiciones de vida y de trabajo de millones de humillados y ofendidos. Hasta hoy día riqueza y poder son controlados en forma absoluta y excluyente, por una minúscula elite criolla desde los tiempos de la colonia española hasta nuestros días. Humala deberá hábilmente corregir esta asimetría y efectuar rápidamente un extenso movimiento de cambios y desplazamientos en unas Fuerzas Armadas por definición tradicionalistas y conservadoras, si no desea ser víctima de un golpe de Estado a la hondureña. El mayoritario respaldo popular y la movilización de masas es algo del cual no podrá prescindir.
Por supuesto, Ollanta venció en las elecciones por el extraordinario respaldo de las masas indígenas en estado crónico de exclusión social y extrema pobreza, pero lo cierto es que gano por un estrecho margen frente a Keiko Fujimori. Por ello el apoyo de la centro derecha del ex presidente Francisco Toledo, sectores conservadores liderados por Mario Vargas Llosa y algunos decepcionados del APRA, fue decisivo para su victoria. El cauteloso y estudiado discurso moderado de Humala no podía ser otro, pues contradictoriamente la clientela política del corrupto ex presidente Fujimori es con todo muy fuerte en Perú ya, que goza incondicionalmente del apoyo financiero de Washington y de los servicios de inteligencia estadounidenses en razón de la gran importancia geopolítica de Perú en el balance de fuerzas en Hispanoamérica. Por otro lado, Las Fuerzas Armadas peruanas están hoy más que nunca controladas por el Pentágono y su Cuerpo de Oficiales (una casta en extremo elitista y retrograda) responde más a la voz del Pentágono que al llamado del pueblo peruano.
Si bien Washington resulto ser el gran perdedor en las elecciones del 5 de junio, no es menos cierto que el gobierno Humala estará pisando un campo minado, pues en cualquier momento pudiera ser víctima de un Golpe de Estado. Recordemos que desde el instante en que la Casa Blanca promovió el golpe militar en Honduras contra Mel Zelaya en 2009, se acabo en Latinoamérica la era del respeto a la institucionalidad democrática y la vigencia de los derechos humanos. Sobrevino el retorno a la vieja “Doctrina de la Seguridad Nacional” (vieja reliquia de la Guerra Fría) y el resucitamiento de la siniestra “Escuela de las Américas”, centro de docencia en el arte de la tortura, aplicación de tormentos, asesinatos políticos y la técnica del golpe de Estado.
Según reciente encuesta divulgada por Prensa Latina, se está produciendo en estos momentos una creciente actitud de confianza hacia Humala. Ahora, el 69,9% de los ciudadanos desean cambios significativos en el país y exigen se construya “un país más justo, mas democrático y menos desigual”. Cosa significativa, piden a Humala poner “punto final a la corrupción y dar prioridad uno a las empresas nacionales en lugar desfavorecer las empresas multinacionales y extranjeras”. Cumplir con tales expectativas demanda algo más que tenacidad y liderazgo carismático; requiere forzosamente la emergencia organizada de un poderoso movimiento social de amplio espectro y diversidad que brinde un respaldo decidido a la gestión economica del presidente, pero señalando y criticando los errores o desviaciones del hombre. Debe erigirse en fiel garante del cumplimiento de las promesas electorales en pro de una autentica democracia participativa.
HUMALA Y SU MEDIO FAMILIAR
Humala es producto de la influencia de sus padres, personas con educación superior y de tendencia socialista. Fervientes admiradores de la cultura del imperio incaico y de los pueblos originarios de América, ellos insuflaron en sus seis hijos conciencia y sensibilidad humana contra las abismales desigualdades sociales y el racismo prevalecientes en Perú.
De sus padres heredo también el apego la pasión por las ideas del Libertador Simón Bolívar, esto es, el sueño de la Unidad Latinoamericana y “La Patria Grande”, una e indivisible, desde México hasta la Argentina. Detalle curioso, Humala nace hace 47 años en el Departamento donde el Mariscal Sucre libró la muy histórica Batalla de Ayacucho en 1824, contienda militar decisiva que quebró la espina dorsal del imperio español en América, enterrando así cuatro siglos de opresión peninsular.
Decir Ollanta Humala es hablar de un hombre modelado desde su adolescencia por el MOVIMIENTO ETNOCACERISTA, fundado por su propio padre y con creciente influjo en los círculos nacionalistas peruanos de vocación socialista. El etnocacerismo es un conjunto de elementos doctrinales que busca construir una ideología nacional autóctona basada en el retorno del Perú a sus raíces étnicas y culturales ancestrales, con énfasis en la retoma de la filosofía social y el modelo de desarrollo comunitario del antiguo imperio incaico (Tahuantinsuyo). Ello va íntimamente vinculado a la exaltación de las hazañas y virtudes patrióticas del General ANDRÉS AVELINO CÁCERES, héroe nacional de la guerra del Pacifico contra Chile de 1879 a 1883. El Movimiento Etnocacerista se sopone frontalmente al pillaje de las corporaciones multinacionales estadounidenses, europeas y asiáticas, pugna por la nacionalización de la industria peruana y por la creación de capacidades tecnológicas, económicas y científicas centradas en una integración exclusivamente latinoamericana.
EL MEDIO MILITAR Y EL ENTORNO POLÍTICO Y SOCIAL
Ollanta mantuvo en secreto sus ideas mientras permaneció en el cuerpo de oficiales del ejército peruano (EP), instituto castrense tradicionalmente conservador y elitista. Su formación militar es producto de la reconocida Escuela Militar de Chorrillos, es egresado del renombrado CAEM (Centro de Altos Estudios Militares) y también de la ya mencionada Escuela de las Américas con sede en Panamá. Se destaca como estudioso de asuntos geopolíticos y geoestratégicos y también incansable lector de la obras del filosofo y estratega militar chino militar de SUN-TSE (“El arte de la guerra”) y HANS VON KLAUSEWITZ (“acerca de la guerra”). Combatió con mano de hierro las guerrillas maoístas “Sendero Luminoso”, al igual que el MRTA (Movimiento Revolucionario Túpac Amaru) de inspiración guevariana. Sus detractores políticos y personales afirmaban que tras su discurso social se escondía un brutal violador de los Derechos Humanos, implicado en matanzas de insurgentes y centenares de inocentes en la época de la lucha contra “Sendero”. Ello le costó, en parte, la derrota durante su primera campaña presidencial.
Pero pronto se da cuenta Humala que solo estaba combatiendo en beneficio del sistema injusto y asimétrico impuesto por la elite criolla, el cual el mismo rechaza en su fuero interno. En el año 2000 se subleva con su hermano Antauro (también militar) contra la dictadura corrompida de Fujimori. Luego de un arreglo, es amnistiado y viaja a Francia como agregado militar, donde aprovecha la ocasión para obtener una maestría en la Universidad de Paris. En el entretanto, su hermano Antauro vuelve a sublevarse en Perú (2004), por lo que Ollanta se ve forzado a abandonar el ejército para dedicarse de lleno a la política. Sus acciones políticas y su arrojo en la denuncia del sistema social, cobran mística y prestigio en las masas peruanas. A mediados de 2006 ya era una relevante figura nacional, lanza su candidatura a la presidencia de la Republica, y se perfila como el favorito popular.
Pero lo increíble sucede. Washington, visiblemente preocupado por un candidato con un franco discurso antiimperialista, ordena a la CIA y a otros servicios secretos, montar una operación de “marketing político” destinada a desacreditar y descalificar Humala. Por un lado, le estigmatizan como un “chavista”, violador de los derechos humanos”, y por el otro, explotan intensamente el desliz cometido por el presidente Hugo Chávez al apoyar abierta y públicamente el candidato peruano, exhortándole a plantear una revolución radicalmente anti sistema. A renglón seguido, lanzaron una campaña de intimidación contra el pueblo peruano, advirtiendo que el triunfo de Humala significaría el fin de las remesas enviadas a sus familias por mas de 1 millón 200,000 inmigrantes en EE.UU y Puerto Rico. Para colmo de cosas, la Casa Blanca desempolva y resucita el cadáver político de Alan García, hasta entonces el hombre más aborrecido por los peruanos, quien pese a la leyenda negra que pesa sobre él, se impone al popular y favorito Humala. Una contrarrevolución de terciopelo venia de coronarse exitosamente en Latinoamérica. El poder mediático global y una maquiavélica publicidad científicamente formulada por la CIA y los servicios estadounidenses de guerra psicológica dieron al traste con aquel quien muchos creía el virtual ganador.
En esta nueva cita con la historia en 2011, vemos a un Humala sacar partido de su desafortunada experiencia durante la primera campaña presidencial de 2006. Ahora, es mucho más sagaz, calculador, realista y reposado políticamente. Su estrategia (científicamente planeada) se inclina por el modelo centro izquierda del ex presidente brasileiro LULA DA SILVA, su verbo evita ideologizar el debate y su discurso es poli clasista y pluralista políticamente, cosa que lo hace mas potable para un sector empresarial y clase media-media conservadora, hasta entonces hurañas, sino hostiles a Humala. Sin renunciar a sus ideas básicas, se presenta como un nacionalista cuya misión fundamental es poner en marcha un modelo de desarrollo más justo y equitativo, susceptible de canalizar la inversión foránea y extranjera en la lucha contra el hambre, el analfabetismo, la enfermedad, el desempleo, la pobreza extrema y la exclusión social que, repetimos nuevamente, golpea a mas de 12,5 millones de personas sobre una población de casi 29 millones de peruanos. Piensa hacerlo mediante la redistribución del ingreso, la riqueza nacional y las oportunidades. No obstante, deja en claro su inequívoco apoyo al papel que juega la empresa privada peruana en el desarrollo nacional como fuerza inversionista, sin que ello contravenga los compromisos contraídos con los intereses populares, nacionales, y latinoamericanos.
Su visión latinoamericana inspira en el ideario del Libertador SIMÓN BOLÍVAR, pero cree que cada país latinoamericano debe tener su propio camino, su propia vía, genuina e independiente, en la interpretación y construcción del proyecto bolivariano, con arreglo a sus propias realidades nacionales. En fin, en las elecciones presidenciales del 5 de junio de 2011, el Partido Nacionalista (“gana Perú”) de Humala derrota la nomina de Keiko Fujimori, candidata de la extrema derecha pro-estadounidense. Fue el resultado de una amplia coalición de partidos de izquierda y del apoyo de la centro derecha peruana.
IMPACTO EN LA GEOPOLÍTICA LATINOAMERICANA
1. La victoria de Humala impacta plenamente la subregión andina (Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia y Venezuela), debido a su importancia geopolítica clave para los EE.UU., y en razón de la suma conjunta de sus inmensas riquezas en recursos energéticos, acuíferos, pesqueros, mineros, acuíferos, biodiversidad amazónica y tierras frescas con gigantesco potencial alimentario. La victoria del hombre modifica el balance de poder en la subregión y subraya a futuro el aislamiento ideológico de Colombia (Santos) y Chile (Piñera) como aliados incondicionales de Washington. Debilita la proyección ofensiva de las 7 bases militares estadounidenses presentes en suelo colombiano. Fortalece y cohesiona los procesos de cambios sociales de centro izquierda en la subregión, posibilitando un posible bloque de poder alternativo o muro de contención a la expansión estadounidense. El bloque de poder andino implica no solo la aceleración de la integración economica de las partes, sino la ineludible carrera por la constitución de una Confederación y Pacto de Unión Perpetua entre las 5 naciones andinas, tal como estuvo en los designios del Libertador, padre de la Patria Grande. Humala podría ser ese eslabón perdido entre el pasado y el futuro. Citemos que una experiencia exitosa de Humala en Perú podría surtir “un efecto dómino” mas allá de la región andina, debido al efecto devastador ocasionado por las políticas públicas neoliberales en el tejido social de los pueblos de América Latina.
2. Es de esperarse que Humala celebrará con fervor el próximo nacimiento de CELAC, (Comunidad de Estados latinoamericanos y del Caribe) en Caracas, Venezuela. Apoyara enérgicamente la pronta sustitución de la OEA (Organización de Estados Americanos) y la conversión de CELAC en un verdadero instrumento al servicio de los intereses de los pueblos de la región. Así mismo respaldara sin reservas la UNASUR (Unión de Naciones Suramericanas) así como el CONSEJO DE DEFENSA SURAMERICANO (CDS), El ALBA (Alianza bolivariana de las Américas), BANCOSUR Y TELESUR, todos destinados a interactuar en la creación de una nueva arquitectura política, economica, financiera, energética, militar y televisiva, destinada a proteger la soberanía, la independencia, la libre determinación y la defensa activa de los recursos naturales de nuestra América, ya seriamente amenazados desde el exterior. Es probable que Humala contemple estas instancias como tribunas de expresión en beneficio de los intereses del bloque andino, particularmente en aras de la solidaridad Bolivia-Perú debido al desconocimiento chileno de los derechos históricos de ambos sobre el mar territorial. Probablemente se pronunciara contra la multitud de bases militares estadounidenses en América Latina, al mismo tiempo que impulsara el retorno de Perú como antiguo y proactivo País No-Alineado. Desde la perspectiva latinoamericanista, ya hay indicios que se prepara para lanzar una crucial propuesta estratégica tendiente a la cristalizar un poderoso bloque andino: se trata del regreso a LA CONFEDERACIÓN PERÚ-BOLIVIANA del año de 1836 (siglo XIX) bajo la protección del patriota boliviano, Mariscal Andrés de Santa Cruz. Recientemente Humala le participo públicamente a Evo Morales, acerca de su “sueño de ver consumada una Confederación Perú-boliviana”, antesala a la estructuración de un poderoso bloque de poder de las 5 naciones andinas.
3. El fenómeno Humala también tiene repercusiones internacionales. Resulta ser que la mayor preocupación de la superpotencia estadounidense es eliminar la presencia China del escenario económico, financiero y comercial en Latinoamérica, considerada su coto de caza y su patio trasero de siempre. Expulsar a China de Latinoamérica y África es una condición sine qua non para sobrevivir como imperio y frenar la multipolaridad en este siglo XXI. Sobre todo, en un momento en que la rebelión de los pueblos del mundo árabe, el desafío persa, la incertidumbre en la Península Arábiga (su olla petrolífera) y la agudización de la crisis financiera norteamericana y europea, obliga a Washington a apropiarse de los hidrocarburos y recursos estratégicos de Latinoamérica, “manu militari” si fuese necesario. Latinoamérica es quizás políticamente para China el proveedor mundial más confiable, estable y seguro para surtirse de alimentos, metales y energía. Ello convierte nuestra región en una fuente de importancia clave para su crecimiento económico ininterrumpido, la fortaleza de su PIB y asegurar el desplazamiento de EE.UU. de la arena mundial para el próximo quinquenio (África es obviamente más rico en recursos naturales que Latinoamérica, pero es inestable e inseguro ante los ojos de China). La hipótesis plausible de un bloque de poder andino, jefaturado por un liderazgo peruano fuerte, podría entorpecer una invasión a Venezuela, cosa nada imposible si Hugo Chávez sale airoso de su enfermedad, si teje relaciones estratégicas con Perú, país que fortalecería enormemente EL ALBA (Alianza Bolivariana de Las Américas), y si prosigue una solida alianza y cooperación energética con Irán. No es de extrañarse que el Perú de Humala edifique unas relaciones especiales con el actual bloque de poder mundial BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Suráfrica) y además con IRÁN Y TURQUÍA, potencias emergentes industriales y militares, de influencia cuasi- global. Todo pareciera indicar que Humala piensa en grande y con luces largas, sin por ello desafiar y chocar con Washington. Buscara el fiel de la balanza sin sacrificar los intereses de las grandes mayorías peruanas ni renunciar a su identidad nacional latinoamericana y bolivariana, pues es en ese eje de poder (popular y latinoamericanista) donde descansara su verdadera fuerza y contara con verdaderos y decididos amigos y aliados. En tiempos buenos y en tiempo malos.
4. El arribo de Ollanta Humala al poder daría notable impulso a la COMUNIDAD DE NACIONES ANDINAS (CAN), pero sobretodo potenciaría el MERCOSUR (Mercado Común del Sur) con el posible ingreso de Perú como miembro pleno y el cual se beneficiaria a este gran bloque comercial suramericano con un posible acceso directo al Océano Pacifico peruano. La expansión de la industria y el comercio del Perú durante los últimos años, aunque solo favorece al 5% de la sociedad peruana, constituyen un salto cualitativo para la capacidad productiva del país. Con Perú y otros miembros del CAN a bordo del MERCOSUR, América Latina cobraría un peso específico en la economía y en los asuntos mundiales.
5. Señalemos que un Perú fuerte en la región con un posible efecto dómino en la región, fortalecería notablemente el poder de negociación de nuestra América con el grupo de países de mayor desarrollo del Primer Mundo (G-8) y además debilitaría el posicionamiento hegemónico de Estados Unidos en América Latina, lo que significa una aceleración de la decadencia político-economica del “hombre enfermo de Occidente” (al borde del colapso económico): Los Estados Unidos de América.
REFLEXIONES
Las consideraciones emitidas en este artículo de opinión serían meras ficciones si las acciones de Ollanta Humala se apartasen de sus promesas hechas al país y si sus políticas públicas económicas resultasen ser un fiasco en el sentido literalmente social, como han sido los casos de Lucio Gutiérrez en Ecuador y del actual presidente paraguayo, Fernando Lugo.
Antes que todo, Humala deberá poner especial énfasis en resolver el angustioso problema de la exclusión social y protección de la identidad cultural de los pueblos andinos, amazónicos y afro descendientes del Perú. De vital importancia para el país es una agresiva política de inclusión social de los pueblos originarios de mayoría indígena Quechua-Aymara y a las 77 etnias del Perú, sin escatimar los recursos procedentes del enorme crecimiento económico nacional (PIB) del Perú durante los últimos 10 años derivados de políticas neoliberales ultramontanas. Estas solo beneficiaron escasamente a un 5% de la población, ensanchando así la brecha abismal entre extrema riqueza y pobreza extrema. Sobre el particular, Humala deberá esforzarse en poner punto final al salvaje avance de la explotación petrolera, la minería y los agro negocios de multinacionales extranjeras depredadoras de las reservas territoriales indígenas, contaminadoras de la pureza del agua, destructoras del medioambiente selvático y su precioso tesoro en oxigeno y biodiversidad. La destrucción de los bosques primarios vírgenes indígenas sufren del asedio violento de los “garimpeiros” (buscadores de oro), una especie de lumpen o escoria social llegada de todas partes de Suramérica, al servicio de la grandes Compañías del Primer Mundo y brasileiras que saquean clandestinamente el precioso metal de las reservas indígenas. Este ejército de malvivientes además de envenenar las aguas cristalinas de los ríos, también matan, roban, queman las aldeas indígenas y ultrajan las mujeres aborígenes.
En otro orden de cosas, Humala deberá organizar y dotar de significativos recursos económicos al núcleo familiar campesino para producir comida y generar una “revolución verde”, así como orientar la inversión empresarial nacional hacia la creación de una agricultura fuerte que brinde seguridad y soberanía alimentaria a los pronto 30 millones de peruanos. Combinar “la vía campesina” con la fuerte capacidad empresarial para producir alimentos masivamente y almacenar agua abundante es el mejor de los negocios, tanto para el campesinado organizado como para los empresarios democráticos y progresistas.
Finalmente, la permanente educación las Fuerzas Armadas en el aprecio a la democracia participativa, el respeto a los Derechos Humanos universales, el orgullo frente a la gloriosa cultura incaica y la preservación de la identidad nacional y el sentido de pertenencia a la “Patria Grande” latinoamericana, constituyen valores de invaluable importancia. Programas educativos destinados a superar el concepto de casta, elitismo y mentalidad represiva en las Fuerzas Armadas ayudara a fomentar una nueva cultura patriótica, nacionalista y profundamente democrática y popular en las nuevas camadas de jóvenes oficiales que mantienen el vínculo diario con la tropa y su influencia sobre la misma. De elevada importancia es que la actualización y modernización de los equipos militares de alta tecnología del ejército peruano (EP) provengan de países que no condicionen o “no casen” el aprovisionamiento o surtimiento de los mismos a la orientación y el curso de la política exterior peruana en Latinoamérica y el Mundo. Es sabido que: “el que paga la orquestra escoge la música”
En la particular situación de Ollanta Humala, un buen gobierno basado en una izquierda moderada (tipo Ignacio Lula) y acciones centradas en la prudencia y el fiel de la balanza serán sus mejores aliados.
JORGE A. APARICIO
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